8 abr 2008

Good bye, Lenin!

Good bye, Lenin!, es una película alemana de 2003, dirigida por Wolfgang Becker y protagonizada por Daniel Brühl y Katrin Saß.

Como crear otra realidad en un mundo en donde la realidad a caída hace mucho tiempo ese es el tema en donde se desarrolla toda la trama de la película caracterizada por el uso de primeros planos y que a pesar que se desarrolla en lugares serrados trata de retratar a toda una ciudad y su situación social.

Todo empieza en un ambiente muy conflictivo en la en la República Democrática Alemana, la madre de Alexander, Christiane, entra en coma este es el personaje principal de la película y por el cual va a girar toda la historia. Ésta es una mujer orgullosa de sus ideas socialistas y dirigente del partido comunista entregada a la política tras el abandono de su marido a Alemania Occidental, que pierde el conocimiento al ver a su hijo metido en disturbios a raíz de una manifestación en contra de Erich Honecker, con la policía del estado que tanto admira. La historia tiene un sentido desde un principio cuando con saltos de tiempo el director cuenta como el pasado es el causante de la forma de actuar de los personajes mientras que existe un narrador en primera persona, Alexander que se encuentra durante toda la película.

Alex se ve envuelto en una complicada situación cuando su madre sale del coma ocho meses después. Ninguna otra cosa podría afectar tanto a su madre como la caída del Muro de Berlín y el triunfo del capitalismo en su amada Alemania Oriental, y ya advertido por el médico de dejarla en reposo y sin grandes disgustos, para evitar una posible recaída, ocultará a su madre que el Muro de Berlín ha caído mientras ella estaba enferma. Para ello montará una serie de falsos telediarios, con ayuda de su amigo Denis, en los que escribirá su propia historia del país.

A partir de aquí empieza la trama de la película en donde el director trata de retratar a través de una realidad paralela el verdadero conflicto entre las dos alemanias. Con sutiles formas y escenas simplifica todo lo que ocurrió en esos momentos. La caída y reemplazo de todos los productos de comercio, la crisis social especialmente en los más ancianos y la libertad de disfrutar de la nueva sociedad occidental, todo esto aplacado por la distracción de la selección alemana que ganaba el mundial como símbolo de unión.

La película puede ser vista como una metáfora sobre la búsqueda de la identidad en un mundo cambiante. La figura del padre encontrado tras muchos años de ausencia refuerza dicho discurso.

Por: José Ocaña.

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