La pasión de Hugo Oquendo nació a los cinco años de edad, cuando su madre le obsequió una guitarra. Sentimientos de alegría y emoción le embargaron. En ese instante corrió a abrazar a su mamá y al regalo. Su rostro se llenó de lágrimas mientras al interior escuchaba que el instrumento le hablaba: "yo vengo desde muy lejos Hugo, he atravesado mares, he venido a América a buscar manos pero te prometo que nunca te abandonaré en un momento dado de la vida sólo me tendrás a mí". Y así fue. Por varias décadas su guitarra le ha acompañado y ha estado con él presente en diferentes países del mundo, donde los aplausos han sido el reconocimiento de su agudeza, tenacidad y sencillez.
Medios de comunicación como El Espectador de Colombia señala: El estilo de Hugo Oquendo no admite imitaciones ni comparaciones. La música que interpreta es su manera de sentir",
Al Teatro El Dorado de
El concierto estuvo lleno de alegrías. El movimiento de sus manos sobre las cuerdas era tan suave y ligero que transportaba a otro tiempo y espacio, transmitiendo un cúmulo de sensaciones. Al término de cada canción contaba, como si fuera un diálogo con los asistentes, las anécdotas de su vida.
PAGANINI DE
El
Entre los asistentes estaba el Alcalde de este distrito. Subió al escenario, recogió las cuerdas y en ese momento le declaró el Paganini de
EL SOLDADITO DE CHOCOLATE
Evocando, una vez más, a su madre, se acordó cuando le preguntaba "¿cuándo seré grande, cuándo seré hombre?" Y mamá me dijo: "hombre grande Víctor Hugo serás eso algún día, claro que lo serás, pero siempre que tu corazón siga siendo el de un niño". Para esa frase yo compuse la obra
El color ceniza de su cabello, no sólo demuestra los años transcurridos en su vida, sino también reflejan las noches de vela dedicadas a entonar el instrumento como cuando compuso
Sin duda, Oquendo deleitó a Loja no solo por la calidad de su interpretación y composición musicales, sino por su entrega en el escenario. Reprodujo en la guitarra el sonido de las campanas de las iglesias, balanceando la guitarra de un lado hacia otro y tocando una por una las cuerdas. El sonido fue exacto. Hasta cantó una de sus canciones favoritas cuando apenas daba sus primeros pasos en las cuerdas. Estas muestras reflejan la entrega honesta con su eterno confidente: el público.
Foto por: José Andrés Ocaña
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