La muerte en Quito, en el Hospital Eugenio Espejo, la cotidianidad del Centro, las azules madrugadas, todo se conjuga para que el espectador se sienta parte de la película. Arturo es un personaje enserado en la muerte y analiza a la sociedad como un mero espectador, este personaje lo considero como un autómata, como lo califica la madre de Arturo y también la contradicción de que él tiene conciencia de ello, lo que le falta es esperanzas. La contradicciones en la obra se a dan a partir de circunstancias inesperadas y que dependen de otras personas, el azar, y los hechos van dirigidos a la muerte, una muerte vista como el hecho de infortunio, una cosa más.
Cada parte de la película conecta de una forma al individuo quiteño, la cotidianidad y el espacio hacen que el espectador se familiarice pero al mimo tiempo que vea a Quito como un lugar lúgubre porque el espacio únicamente es mostrado cuando la cámara graba en la perspectiva del personaje y a Quito se lo ve solo con los ojos de los que en la obra actúan. La imagen de Quito individualizada al máximo a través de sus personajes da el toque de cotidiano, único, acompañada siempre por la lluvia de ideas del personaje principal, Arturo que completan la imagen del espectador
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