26 nov 2007

Reemplazo por José Andrés Ocaña

Reemplazo

Los quiteños somos personajes muy nostálgicos, no cambiamos nada, nos gusta lo viejo por el lazo de nostálgico que no liga a las cosas. Al mismo tiempo olvidamos cosas importantes, las desechamos porque ya no nos importa, la colectividad ya no los recuerda, esas cosas han sido devoradas por hechos externos que nos cambian.

Nosotros tenemos fascinación por lo foráneo somos influenciados por cosas externas a nosotros, lo que no es nuestro lo adoptamos como nuestro, cambiado por propia forma ver el mundo. Lo cogemos de una forma pero nosotros pero por medio de nuestra cultura lo cambiamos. Pero al mismo tiempo existen cosas que ven a llenar y reemplazar los vacíos de ignorancia que tenemos por lo las cosas se olvidan y pierden en el tiempo.

Don José tramoyista que ha pasado por todos los teatros quiteños y que actualmente se dedica al único y buen oficio de narrar historias en el asilo de ansíanos de San Rafael me ha causado gran impresión.
Don José que vivía en el barrio de la Magdalena y disfrutó desde muy chico de la Fiesta de los Chochos, cuenta que el fenómeno de desgaste de sus casas, casas del arte fue a partir de los años ochenta, en esa época el dirigía el mantenimiento del cinematógrafo Puerta del Sol y le llamaban para hacer pequeños encarguitos en la dirección de grandes obras del teatro Bolívar y Sucre. Todo empezó el domingo de uno de esos días y años de la década del setenta. Como casi todos los días el cansancio lo venció y cayó rendido en una banca en la perta del cinematógrafo como cual guardia de hoy en día de un gran almacén. Despertó con gran estrépito- ALELUYA, ALELUYA – gritaban poderosas sombras y espíritus que desde la primera banca avían invadido el portentoso templo.

Las sombras buscaban en lugar incorrecto ese algo que necesitaban para ser reales don José raramente sorprendido pero con las palpitaciones aceleradas serró rápidamente los portones de su querido Puerta del Sol teniendo la idea errado de dejar encerrados a viles invasores. Quedase pensativo al observar que su teatro se había perdido e miedo ha abrir
Y encontrarse con tremendo espectáculo tan vil y tan falso le aterrorizaba por lo que después de un año dejo bajo su guardia y se fue.
Emprendió campañas de recuperación a oídos sordos y visiones extasiadas del oro negro naciente con claro parecer de que todo era inútil la nueva era de las sombras y humanos mecánicos había llegado.

Don José nunca se resignará ante tal atropello del espíritu Quiteño pero sus fuerzas ya no le alcanzan y sus hijos y nietos más americanos que Quiteños y otros radicados en España se han olvidado de él. Solo ha visto que mientras más se desarrolla su pensamiento su público no lo entiende, ha pesar de estar en la vanguardia el que es espectador de la nueva, era ya no lo ve y está habido de información mediocre. Ha visto como uno a uno sus teatros decaen y son llenados por espíritus perdidos que hacen resonar sus voces de desesperación en la mente de don José ya no existen carteleras de programación en donde el quiteño se encuentra con su propio yo, existen carteleras que dicen a la gente como perderse, como encerrase en la mediocridad como parar de sufrir.




Libro Leyendas y Tradiciones de Quito trabajo Fotográfico






La Torera














Los Jubilados



Quito

No hay comentarios: